Este año he comenzado a secar tomate (cherry y de pera) y calabacino; para ello hago lo siguiente:
- Lavo cada fruto con agua.
- En el caso de los tomates los parto por la mitad y les quito algo de jugo si tienen mucho ya que si no, no terminan de secarse bien y se corre el riesgo que durante el invierno salga moho por tener mucha humedad.
- En el caso del calabacino lo parto en rodajas de aproximadamente 1 cm.
- Pongo cada trozo sobre una malla metálica elevada con respecto al suelo y la ubico en un sitio al sol. Es importante que les de el sol y que les de el aire tanto por la cara de arriba como por la cara de abajo, por tanto la malla debe estar elevada.
- Pongo unos granos de sal gorda en cada trozo para ahuyentar a insectos y facilitar su conservación.
- En el caso del calabacino, les doy la vuelta para que el secado se haga por las dos caras.
- En el caso del tomate no es necesario, ya que la cara que no tiene piel (por la que he aplicado el corte) cae hacia el sol y por la otra cara sólo hay piel.
- En el caso del tomate, dejo cada trozo hasta que su elasticidad sea como la de un chicle; es decir, que al doblarlos tengan suficiente humedad como para que no se rompan.
- En el caso del calabacino, dejo cada trozo hasta que su textura sea semejante a la de una patata frita.
Gracias al secado puedo consumir frutos que no han sufrido ningún proceso de cocción o de fritura, tal y como aconseja la dieta crudivegana. Los tomates los consumiré en ensaladas. Los calabacinos se pueden tomar como snack. Hace unos años me regalaron un deshidratador para hacer esta tarea de secado pero no me gusta: consume energía, tienes que estar al tanto de cuántas horas aplicar (no tiene temporizador) y además cabe poco. El sol es más poderoso!