11.10.08

Soy una hormiga

De sobra es conocido el cuento de la hormiga y la cigarra. Soy más parecido a la hormiga. El verano ha cerrado con gran variedad de cosechas y algunas de ellas se conservan para su consumo durante el otoño-invierno: patatas, ajos, cebollas, orégano, almendras, tomates, calabazas,... Las castañas habrá que recogerlas y conservarlas durante el próximo mes. Este año he probado a secar tomates raft; el método de secado preserva gran parte de las propiedades de los alimentos, incluidas las enzimas, gran aliados para los que seguimos dietas veganas-crudívoras. No he tenido tanta suerte en secar higos. Posiblemente para el año que viene me haga con un deshidratador.
Atrás quedó un tiempo en el que se reservaban días para recolectar en el monte orégano; "no todo el monte es orégano". O la familia se juntaba para sacar las patatas de la tierra a golpe de azadón, ejercitando músculos hoy ya en desuso. Frases no entendibles como "que la luna no me vea" indican el saber de la fase de la luna en cada momento para hacer tareas en su momento oportuno, como recolectar cebollas.
Todo ello denota el saber hacer de antes y la estrecha relación de nosotros con nuestro alimento; palabra que si mal no recuerdo la explicación de un profesor mío de literatura proviene de "aliento" y ésta de "alma". Y es que ya lo dijo Hipócrates: "que el alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento".
No es casual la importancia que dan nuestras abuelas al hecho de comer. El alimento era crucial para su bienestar a falta de medicinas que pusieran parches y remiendos como hoy hacen y del tipo de trabajo que hacían. Si analizamos el esfuerzo en tiempo y dinero que dedicamos a conseguir el alimento que comemos veremos que es ínfimo con lo que dedicamos a otras cuestiones como vivienda, coche, carrera profesional, ocio, etc.

Por otro lado, me he propuesto invertir el proceso por el que obtengo las cosechas. Ahora pretendo realizar una estimación de qué necesito para cubrir mis necesidades alimenticias estación por estación y en función de esto ir determinando qué superficie necesito sembrar y plantar con qué variedades. Asumiendo que sigo en gran medida una dieta vegana-crudívora, he de calcular las necesidades nutritivas y elegir las variedades oportunas. Hay que tener en cuenta si las variedades se adaptan al clima y buscar un nicho adecuado. Me inclino más por buscar variedades con aportes similares que se adapten bien a mi clima que crear micro-climas para las variedades elegidas inicialmente. Una vez elegidas las variedades es necesario determinar la infraestructura necesaria, el posterior manteniemiento y el esfuerzo requerido.

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